Edouard Carmignac comenta la actualidad económica, política y social.
Estimados lectores:
Tal vez recordarán que la conclusión de mi anterior carta revestía un tono especialmente optimista: «Si, como creemos, la inflación vuelve a situarse en cotas moderadas tras la pandemia debido a las tensiones deflacionistas estructurales (demográficas, tecnológicas) —a lo que se sumaría una erradicación más lenta de lo previsto de la COVID-19 a escala mundial—, las ventajas del principio de la Inmaculada Concepción podrían impulsar a los mercados bursátiles hasta niveles insospechados».
Así, cabría preguntarse cuál es la situación después de que el índice mundial se revalorizase un 7,2 % durante los últimos tres meses. ¿Acaso el concepto de la Inmaculada Concepción en materia financiera —que permite continuar con los programas de apoyo a la actividad económica basados en el gasto presupuestario gracias al respaldo de unos bancos centrales dóciles— no tiene límites? Sin lugar a dudas, la respuesta es no. La salida progresiva de la pandemia reduce la legitimidad del doble imperativo de la protección sanitaria y laboral.
Así, la mera reducción de los planes de gasto público conllevará el año que viene una contracción de la tasa de crecimiento del 3,9 % en Estados Unidos y del 2,4 % en Europa. En paralelo, el presidente de la Fed, Jerome Powell, ha declarado estar dispuesto a modificar su política monetaria acomodaticia en función de la evolución de las tensiones inflacionistas y de los datos sobre el mercado laboral. Esta reducción gradual del apoyo en los planos presupuestario y monetario, en combinación con el lastre que las sucesivas olas de COVID-19 han supuesto para el repunte de la economía, nos lleva a revisar a la baja las sólidas previsiones de consenso sobre el crecimiento y la inflación para los próximos doce meses.
Esta hipótesis propiciará una menor progresión tanto de los tipos de interés como de los títulos de crecimiento con buena visibilidad, que conforman el núcleo de nuestras carteras, sobre todo en los sectores de tecnologías de la información y de biotecnología. En calidad de clara vencedora de la crisis sanitaria, China podrá mantener una tasa de actividad elevada, al tiempo que flexibiliza su política monetaria restrictiva. Además, y pese a algunas preocupaciones en materia de buen gobierno que, en nuestra opinión, tienen un carácter pasajero, seguiremos priorizando al gigante asiático en el marco de nuestras inversiones en renta variable y en renta fija.
Deseándoles un feliz verano, lo más libre posible, reciban mis más cordiales saludos.