La guerra de Ucrania, las tensiones entre China y Estados Unidos y el distanciamiento de Arabia Saudí de Washington son señales de un nuevo orden económico mundial que ya no gira en torno a Estados Unidos y que probablemente propicie una inflación estructural. Esto permitirá que surjan nuevas oportunidades de inversión, afirma Frédéric Leroux, miembro del comité de inversión estratégico.
Frédéric Leroux: La inflación y sus fluctuaciones siguen siendo el principal problema para la economía, los mercados y nuestra riqueza en los próximos años. La alta probabilidad de una inflación fluctuante pero persistente forma parte de un profundo cambio del orden mundial instaurado por los estadounidenses después de 1945 en torno a un sistema financiero centrado en Estados Unidos.
F.L.: Exacto. En este sistema, los Estados Unidos proporcionaron la moneda internacional
— el dólar —, libremente convertible, justificada y garantizada por el dominio diplomático, militar y económico. Los estadounidenses compraban los productos de otros países que, a cambio, aceptaban financiar la deuda y los déficits de Estados Unidos a cambio de una rentabilidad garantizada y suficiente.
F.L.: Sí. El reciclaje de los petrodólares, el dinero procedente de la venta de petróleo por parte de los países productores, ha servido durante mucho tiempo para financiar a Estados Unidos. Este mecanismo sobrevivió al fin de la convertibilidad del dólar en oro en 1971. Incluso se amplió y reforzó cuando China entró en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 200.
F.L.: China, al igual que los Estados del Golfo, reciclaba los dólares de sus excedentes comerciales en compras de bonos del Tesoro estadounidense, lo que permitió a Estados Unidos seguir siendo el consumidor de «último recurso» de la economía mundial, el policía del mundo y el escudo de Europa (OTAN).
F.L.: Este orden mundial centrado en Estados Unidos parece estar desmoronándose rápidamente. En primer lugar, Estados Unidos tomó conciencia, durante el mandato de Donald Trump, de la irrupción de un peligroso competidor: China. Esto ha llevado a Washington a tomar medidas de protección que probablemente reduzcan el deseo de China de seguir financiando a Estados Unidos. Pekín prefiere ahora desarrollar su nueva Ruta de la Seda, que le abre otras oportunidades de comercio y suministro de energía.
F.L.: Riad ya no es el fiel aliado de Washington. Arabia Saudí ya no responde a los ajustes de producción exigidos por los estadounidenses, que ahora buscan un reequilibrio económico y político entre las potencias de Oriente Medio, justificado por la menor dependencia estadounidense de los saudíes en materia de petróleo. Pero hay otros elementos que muestran la ruptura de este viejo orden económico construido en torno a Estados Unidos.
F.L.: La guerra de Ucrania, debido al encarecimiento de la energía que provoca, es un gran lastre para las finanzas de los países europeos y también de Japón, ya que pierden su capacidad de comprar deuda estadounidense por la desaparición de sus superávits comerciales. Por último, pero no por ello menos importante, las sanciones impuestas a Rusia —incluida la confiscación de sus activos en dólares y su exclusión de los principales sistemas de liquidación internacionales— han dañado significativamente el estatus de refugio por excelencia del dólar y de la deuda estadounidense. ¿Dónde está el refugio cuando te lo quitan de la noche a la mañana?
F.L.: La financiación cómoda de los déficits y la deuda estadounidense está llegando a su fin y con ella la Pax Americana que ha gobernado el mundo desde 1945. La ruptura de este equilibrio, que había permitido el desarrollo del comercio mundial y la ralentización del encarecimiento de los precios conduce a un repliegue económico que será inflacionista y favorecerá las iniciativas belicosas.
F.L.: La previsible pérdida de eficiencia económica, sumada a las consideraciones demográficas y a las nuevas tendencias de la sociedad, también inflacionistas hacen que entremos en un nuevo orden económico mundial que justifica una profunda transformación de las estrategias de inversión, que ya está en marcha en nuestros Fondos diversificados.
F.L.: Alguna sí, a corto plazo. Se ven los primeros indicios notables de un futuro apaciguamiento en el frente bélico de Ucrania, mientras que se hace patente la perspectiva de que se ponga fin a la política china de «covid cero», que ha contribuido a una desaceleración muy acusada del crecimiento. Aunque estas dos posibilidades tendrán inicialmente consecuencias inflacionistas por el aumento de la demanda mundial, deberían conducir posteriormente a una bajada de los precios de la energía y a una mayor fluidez de las cadenas de suministro, pero también a una ralentización de las economías americanas y europeas.
F.L.: El retorno del ciclo económico (expansión, recesión o depresión, recuperación) provoca la oscilación de la inflación, que parece volver a tener varios trimestres de descenso capaces de revalorizar los activos financieros.
F.L.: Los valores de crecimiento —empresas cuyas ventas y beneficios crecen más rápido que la media del mercado— experimentarán un repunte. Habrá que aprovechar para posicionarse en los valores de la «vieja economía», descuidada durante demasiado tiempo en la bolsa. Los mercados de renta variable deberían proseguir la recuperación táctica observada en las últimas semanas, confirmando al mismo tiempo el establecimiento de una nueva jerarquía en los resultados sectoriales.
F.L.: Cuidado, esto no significa que hayamos acabado con la inflación. El nuevo orden mundial descrito anteriormente debería contribuir a una inflación estructural. La oscilación de los precios, que garantiza el retorno del ciclo económico tras una larga década de ausencia, debe entenderse, no obstante, como la posibilidad de un regreso al primer plano de la gestión activa.