El nuevo entorno económico que se está configurando en un contexto de inflación podría generar oportunidades de inversión en el sector industrial, la renta variable japonesa o incluso en la deuda emergente, afirma Frédéric Leroux, miembro del comité de inversiones estratégicas.
Frédéric Leroux: Como venimos diciendo desde hace más de un año, una combinación de factores hace probable que la inflación mundial se muestre persistente y los tipos tiendan a mantenerse más más altos. Dichos factores son la demografía mundial, el probable retroceso de la globalización en favor de la relocalización, la opción por una transición energética rápida y el fin de la Pax Americana. Pero esta situación también implica el retorno del ciclo económico (expansión, recesión o depresión, recuperación) del que surgirán oportunidades de inversión.
F.L.:Esta situación nos obliga a adaptarnos a reorientar progresivamente nuestras inversiones hacia temáticas capaces de hacer frente a un entorno inflacionista, teniendo en cuenta al mismo tiempo el carácter cíclico de la economía a corto plazo, que vuelve a cobrar fuerza y exige una gestión proactiva por parte del inversor. Una gestión capaz de tener en cuenta y adaptarse a los periodos de inflación, pero también a las fases de desinflación (es decir, de ralentización del aumento de los precios).
F.L.: Por ejemplo, tras verse afectada negativamente por la guerra de Ucrania, nuestra gestión de renta fija, ha asumido la perspectiva de mayores rentabilidades a medida que suban los tipos. Pero también ha intentado aprovechar la extrema desconfianza de los inversores hacia las empresas cuyas rentabilidades incluyen un riesgo de impago —esto es, el riesgo de no reembolsar a sus acreedores— demasiado elevado dados los fundamentales económicos que percibimos.
F.L.: Esta visión fundamental incorpora un umbral muy bajo de resistencia al «dolor económico», lo que implica un importante apoyo estatal en paralelo a la subida de tipos en curso, que seguirá siendo limitada dado el nivel de inflación. En nuestra opinión, es posible que los tipos reales (es decir, una vez descontada la inflación) vuelvan a situarse pronto en territorio negativo. Además, según nuestro escenario económico a medio plazo, se espera que el billete verde se debilite durante el próximo repunte económico coyuntural impulsado por las economías cíclicas, lo que debería hacer más atractiva la deuda de los países emergentes.
F.L.: La perspectiva de que la inflación regrese en oleadas nos ha impulsado a explorar temas de inversión que han estado en un segundo plano en los últimos años.
F.L.: Reconocemos la contribución de la transición energética a las actuales presiones inflacionistas y creemos que esta transición no se puede hacer de manera eficaz sin la participación de los grandes productores de combustibles fósiles, que están muy implicados en esta transición y figuran entre los mayores inversores en energías renovables. Por tanto, el pragmatismo nos anima a trabajar en armonía con estos «actores de la transición» siempre que se comprometan decididamente con un enfoque a favor de las nuevas energías acorde con los objetivos de nuestro planteamiento de inversión responsable.
F.L.: Siguiendo la misma lógica a contracorriente, hemos vuelto a interesarnos por el mercado de renta variable japonés. Desatendido por los inversores extranjeros durante varios años, incapaz de aprovechar el potencial bursátil de las acciones japonesas, infravaloradas según todos los patrones de medición del valor, este mercado sólo necesita un detonante para materializar dicho potencial. Una subida de los tipos de interés japoneses podría muy bien ser este detonante, al permitir que el yen se fortalezca y atraiga así a los inversores extranjeros desalentados por la depreciación de la moneda nipona en los últimos 12 años. Según esta hipótesis, el sector bancario se vería favorecido junto con los sectores que se benefician de un renovado dinamismo de la economía nacional.
F.L.: La voluntad de relocalizar la producción de carácter estratégico tras constatar nuestra dependencia de países lejanos desde la pandemia de covid y las transformaciones vinculadas a la voluntad de desarrollar más rápidamente las nuevas energías generan oportunidades a largo plazo en el sector industrial. Europa debería ofrecer muchas en este ámbito Combinar la reactivación de sectores enteros de la industria con los conceptos más sofisticados de market timing para aprovechar al máximo el nuevo carácter cíclico de la economía nos parece un planteamiento eficaz para adaptarnos al nuevo entorno macroeconómico internacional.
F.L.: Exactamente. Las empresas y sectores infravalorados por un largo periodo de crecimiento lento y baja volatilidad han evolucionado a la sombra de los buenos «valores de crecimiento» —aquéllos cuya rentabilidad no depende mucho del ciclo económico— hasta caer en el olvido. Pero serán los ganadores de la próxima fase ascendente del ciclo económico tras la desaceleración que se avecina.
F.L.: La próxima recuperación generará al mismo tiempo grandes oportunidades para los modelos de gestión capaces de aprovechar la subida de los tipos de interés y ganar exposición a los mercados emergentes. Pero a muy corto plazo, la probable disminución de la inflación puede contribuir momentáneamente a un repunte de los valores no cíclicos. Al acelerar la velocidad de rotación entre temáticas de inversión y clases de activos, el retorno del ciclo legitima que se vuelva a poner la gestión activa global y flexible en el centro de las carteras de activos financieros.